Fernando Reyes Matta

Armstrong, la luna y el mundo de hoy

Por: Fernando Reyes Matta | Publicado: Martes 28 de agosto de 2012 a las 05:00 hrs.
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La muerte de Neil Armstrong nos llevó a pensar cómo era el mundo cuando él se convirtió en el primer ser humano en pisar la luna y cuanto ha cambiado el orden internacional desde entonces. Aquella hazaña fue la gran respuesta de Estados Unidos en la carrera espacial con la Unión Soviética, todo ello enmarcado en las tensiones y pugnas de la Guerra Fría. Las superpotencias buscaban demostrar que su modelo y sus propuestas triunfarían al fin. Washington y Moscú querían construir símbolos y la conquista del espacio emergió como el gran escenario para ello.

Pero visto desde hoy, a 43 años de aquella hazaña de Armstrong junto a los astronautas Buzz Aldrin y Michael Collins, el mapa político y económico del orbe es otra cosa. Ya no hay Unión Soviética -aquélla que colocó el primer satélite artificial en el espacio -, la cual colapsó porque no pudo dar respuestas económicas y sociales sostenibles y eficientes desde un modelo donde la planificación central estaba por encima del mercado. Pero también está la otra cara de la medalla. Estados Unidos -sin duda aún y por un buen tiempo la primera potencia mundial-, ya no tiene la respuesta certera a las esperanzas de los suyos. Los desbordes irresponsables de sus entidades financieras llevaron al mundo occidental a la mayor crisis nunca vivida en sus estructuras económicas. Y su gente lo sufre.

Lo dijo el Pew Research Center en días pasados. En 2011, la clase media estadounidense comprendía el 51% de todos los adultos del país, contra el 61% que era hace cuatro décadas, en los tiempos del orgullo por la hazaña de Armstrong. En diez años, el promedio de su ingreso anual disminuyó en 5% a 
US$ 69.487, contra US$ 72.956 hace 40 años. El sector con los ingresos más elevados se quedaba hace 40 años con el 29% de la torta, hoy deja para sí el 46%. Según el mismo estudio, la clase media logra el 45% del patrimonio del país contra el 62% en 1971.

En Rusia, la transformación de su economía trajo alteraciones profundas de las cuales va saliendo, pero aún son millones los que recuerdan las protecciones sociales bajo las cuales vivieron en el pasado y ya no están. Es otro país, sometido a complejidades nuevas. Hace pocos días desde Moscú se informaba que el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio de Rusia ha vislumbrado varios posibles escenarios de la situación económica del país para el año 2013. Uno de los más negativos pronostica que el dólar seguirá subiendo hasta llegar a cotizar 46 rublos (actualmente está a 31,92), mientras que el precio del petróleo caerá hasta los US$ 60 por barril. Otros creen que las cosas no irán tan mal.

Con todo, Rusia acaba de dar un gran paso al obtener su ingreso a la OMC tras 18 años de negociaciones. Este acceso traerá transformaciones en el mercado ruso, porque sus miembros deberán adaptarse al mercado global. Y habrá pérdidas importantes en ciertos sectores dada la reducción arancelaria en ciertas áreas de mercado, pero los beneficios se vislumbran positivos en el largo plazo. Seguro así lo dirá en los próximos días el presidente Putin en Vladivostk, puerto ruso en el Pacífico, sede este año de APEC.

¿Y entonces qué tenemos cuando Armstrong -legítimamente calificado de héroe por su país- se va con sus 82 años de este mundo? Que hay otros actores, ni imaginables hace 40 años. La China de Mao ahora avanza a ser primera economía mundial. India emerge con fuerza articulándose con otros grandes como Brasil. América Latina no sufre las crisis económicas, las vive Europa.

“El mundo ya no es nadie”, decía en días pasados el ex canciller Errázuriz en un seminario sobre nuestra futura política exterior, convocado por la Concertación. Y eso es verdad, porque significa que está abierto a todos. También para países como el nuestro. Pero, además, para esos ciudadanos que hoy, en las redes sociales, dan fuerza a su palabra tras el gran boom tecnológico digital que, precisamente, trajo al mundo aquella pugna en el espacio.

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